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HERMANO Y COMPAÑERO EN LA TRIBULACIÓN, EN EL REINO Y EN LA CONSTANCIA EN JESÚS

Y aprendemos a mirar, a ver, a vislumbrar al que Vive y al que hace todo nuevo

Por P. Fernando Ibáñez


Durante los domingos de Pascua en este ciclo, nos acompañarán lecturas del Libro de los Hechos, al igual que en los otros dos, y, como segundas lecturas, textos breves del Apocalipsis.  


Me gusta la presentación que el autor hace de sí mismo y la he utilizado alguna vez para presentarme ante grupos con los que he compartido la lectura de este libro o de otros de la Biblia. Encuentro ahí señaladas actitudes que nos ayudan a comprender un texto que nos resulta tan distinto de los otros libros del Nuevo Testamento, aunque con cierta semejanza con algunos capítulos de Ezequiel, Zacarías, Daniel y, sobre todo, con escritos judíos piadosos poco anteriores o casi contemporáneos con Jesús.  


El Juan que, desde su destierro, ve y escribe nos llama a ser fraternidad solidaria, copartícipe de la “tribulación”. Sin esa actitud es imposible entender su mensaje. No se trata de entristecernos y auto amargarnos. Se trata de no negar la realidad, de no huir del dolor de la tierra herida, de la barbarie de la guerra, de la crueldad criminal y prepotente de quien explota a su semejante, del grito de las y los abusados, de la pregunta por la responsabilidad de cada uno.  


Desde esa experiencia, que nos llena de temor, nos volvemos -nos convertimos- al que nos muestra sus llagas en las que brilla y resplandece entrega, solidaridad con las heridas de cada uno, su permanecer junto a esta humanidad que mata y que muere, su invitación a soñar con el sueño del Padre, a recibir paz, a compartir paz.  


Y aprendemos a mirar, a ver, a vislumbrar al que Vive y al que hace todo nuevo. Miramos en profundidad guiados por la memoria de Jesús, anunciada en los profetas y, aun sin saber decir bien lo que vemos, bendecimos al que es y al que era y al que viene y compartimos esperanza con los compañeros en la tribulación. 

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